Se había convertido en un clásico que el Barcelona ganase en el Bernabéu. Y en ciertos momentos de la primera parte dio la sensación de que los tres puntos podían volar en el charter del equipo para medio sentenciar la Liga. Pero no. El pie de Casillas primero, y luego la mano de Iker, evitaron que el Barça tomase más ventaja o entrase en el partido. Al final a los culés les falló todo, el cortocircuito fue generalizado y acabó colgado a la intuición y a la agilidad de Mascherano para evitar que las contras del Madrid hiciesen aún más daño.
Como en París, al Barcelona le penalizó el balón parado y el correr hacia atrás. Sin más. Con un Barça desdibujado en la segunda parte, agarrado a la inspiración de Messi y Neymar (muy flojo su partido) y agotado el factor sorpresa con la inclusión de Suárez en el equipo titular, Luis Enrique comprobó que la segunda derrota del curso llegaba de manera similar a la primera en el Parc des Princes, que debe armarse de paciencia y que mucho deberán mejorar las cosas para tener una temporada tranquila y exitosa. Al Barça le falló el cómo, no el qué y aunque parece tenerlo claro la ejecución no estuvo a la altura. El Bernabéu le dio el segundo trompazo serio al Barça en el curso. Y a eso, los culés, no están no están muy bien acostumbrados en los últimos tiempos.
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