viernes, 15 de agosto de 2014

Acaba la mirada distraída del fútbol

Cueto. El admirado Juan Cueto nos ha enseñado muchas cosas; entre otras nos enseñó a ver fútbol por televisión, pues de aquella época de Canal + (con Relaño, con Robinson, con Valdano, con Carlos Martínez, con tantos) viene la exigencia que ahora proclamamos los espectadores: al fútbol no hay que regatearle nada, lo tenemos que ver bien explicado, bien expuesto, pues es verdad que el buen fútbol (ese que hizo el Madrid en Cardiff, por ejemplo) es uno de los grandes espectáculos para los que (me decía el propio Cueto señalando su televisor en Gijón) está hecha esa pantalla rectangular que ahora se activa de nuevo.


Ver. Lo que decía Juan Cueto es que lo que nos motiva en la vida es la mirada distraída. Y entre esas distracciones está sin duda lo que ocurre en el fútbol cuando el balón no está en juego. Ha sido éste un verano muy propio para el rumor, que es la esencia del fútbol cuando éste se juega en la plaza pública y no en el campo. En los últimos días, además, se ha jugado en los juzgados, y de manera chunga, a mi modesto entender: un juez reconduce la Liga en Segunda, unos jueces se reúnen con la solemnidad del Tribunal de Cuentas para decidir qué mal hizo Luis Suárez comiéndole el hombro a un contrario en Brasil.


Seriedad. Estas cosas son muy serias y no sólo porque haya jueces por medio, pues indican hasta qué punto el fútbol, el que nos sirve para discutir en los bares, no el que se juega en el campo, está sujeto a penurias y a banalidades que llegan a ser muy serias. Pues, en efecto, lo que refleja el caso del Murcia es la mala digestión que han hecho los clubes de sus finanzas y de sus compromisos; y el caso de Suárez se entiende tan solo porque ese muchacho no ha tenido cerca, seguramente, a quienes le hayan afeado su conducta cuando empezó a hacerlo. Ahora en la Premier, en la que prestó importantes servicios, un preboste ejecutivo ha dicho que ya era hora de que se fuera. Mientras estuvo en el Liverpool se hicieron los distraídos.


Entrenando. Ahora ya está Suárez entrenando; no es el final de la reprimenda. El fútbol es ahora un espectáculo profesional que exige atención y respeto por el contrario; la mirada del espectador (la mirada distraída del espectador) requiere seriedad y nobleza, para que el espectáculo sea total. Es muy posible que Luis Enrique, que fue víctima, mientras jugó, de la mala educación ajena, y que sufrió también el insulto en los campos de juego, le diga ahora que lo tiene cerca que la gente que está mirando se merece goles, buenas jugadas, pero que un futbolista tiene las fronteras de su ética marcada con espray más indeleble que el que ahora llevan los árbitros.






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