A los españoles nos tendrían que educar para querernos más, también en el terreno del fútbol. Ya ven lo que pasa ahora: un futbolista tinerfeño, Ayoze, ha pasado de Tenerife y a la Premier como una exhalación. Y ahora es en Inglaterra, la cuna de este deporte, un jugador enorme que se sale de las columnas de los periódicos.
Pasó Ayoze de ser el chiquillo del barrio isleño, tostado por el Atlántico y por la marisma, a ser materia de la lengua inglesa. Los españoles ya imitamos a los ingleses gritando su nombre: Ayouuuse!! Es una maravilla, que pasó delante de los ojos de Barça y Real Madrid mientras éstos miraban para otro lado.
De manera menos espectacular pasó con Silva, que hizo el trayecto desde el Valencia de Primera. Ayoze dejó el Tenerife, que es también mi equipo (como Las Palmas, como el Barça), y de pronto todos se fijaron en él. Me recuerda esta anécdota mayor del fútbol con una que me contó hace cerca de 35 años Sofía Loren en una habitación del Hotel Ritz de Madrid, donde le hacía una entrevista ante la mirada de Marisa Flórez, la gloriosa fotógrafa de El País.
Aquella maravillosa diva del cine mundial, italiana absoluta y absolutamente bella, me dijo que cuando ella dejó de crecer hacia arriba y empezó a crecer para los lados los hombres se fijaron en ella.
Salvando las lógicas distancias (de todo), eso es lo que ha pasado con Ayoze: cuando empezó a crecer en otro sitio, aquí se han empezado a fijar en él. Así pasa con las canteras de los equipos humildes, aunque el Tenerife tiene intacto su orgullo. Mientras los jugadores no dan el salto (sobre todo si el salto es al extranjero) los de aquí se hacen los locos. También eso sucede con la Prensa: mira para otro lado hasta que viene la fama.
Y lo cierto es que eso ha pasado con el fútbol en general y con el fútbol español modesto. Jugadores extraordinarios que fueron también extraordinarios en sus inicios, como Pedro, por seguir con isleños, pasaron de sus canteras a los grandes porque en sus territorios no les hicieron ni puñetero caso. Pedro, fue el Barça el que lo captó para la cantera propia, como ocurrió luego con otro insular, Jesé, en el Madrid, que cuando despierte del lamentable letargo de su lesión será aún mejor que lo que ya fue.
De esta internacionalización del fútbol tiene buena culpa (en el mejor sentido de la palabra) el triunfo de la Selección, que puso en primera plana de la Prensa mundial, y de esta expo del fútbol que son los campeonatos, a futbolistas jóvenes que ahora se disputa todo el mundo. En este momento, esta feria se pone en marcha otra vez, con los partidos sucesivos del equipo de Del Bosque.
Hay momentos en que bajamos la cabeza porque las cosas no van bien. Pero es tiempo de alzarla. Es una nueva aventura de nombres propios; la cantera española es internacional y eso no pasaba desde hace siglos.
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