Jordi Alba. No jugó en la ida por una ventolera de Luis Enrique, que eligió a Mathieu de lateral zurdo sorprendiendo incluso al francés. Alba está en su mejor momento del año y sus incursiones ayudando a Neymar en la banda izquierda pueden traer de cabeza a Carvajal. Messi sabe que siempre tiene un pase con peligro a aquella banda. Modric tendrá que currar mucho por ahí, pero, o Bale se sacrifica en defensa o la superioridad del Barça en la banda izquierda puede ser determinante.
Sergio Ramos. Le va a tocar salir a por Messi unas cuantas veces. Cuando Leo agarre la pelota en la derecha y supere en su diagonal la primera línea blanca, supuestamente estará por allí Isco que no parece un secante, el argentino se plantará en la zona de influencia de Sergio. De su acierto para medir el tiempo de la entrada y el corte dependerá en gran medida el suministro de ocasiones azulgrana. Ramos se la va a tener que jugar unas cuantas veces. Será también fundamental su entendimiento con Pepe a la hora de turnarse en salir a la embestida de Leo.
Mascherano. La vuelta de Modric no soluciona todos los problemas del Madrid, pero va a activar la salida rápida de sus cohetes. El croata con un toque habilita a cualquiera, como se vio con Bale ante el Levante. El jefecito sabe dónde está la espoleta blanca y, con el Barça adelantado, su trabajo consistirá en secar esa salida. Si Modric tiene medio segundo para poner un balón, será un balón de gol.
Casillas. Viendo la voracidad del ataque azulgrana en los últimos partidos, Iker está ante la oportunidad de reivindicarse. Mantener la portería a cero es una quimera, pero el ejemplo de Joe Hart multiplicándose ante el pelotón de fusilamiento y sosteniendo a su equipo en el partido debe ser su leitmotiv.
Rakitic. Otro antojo de Luis Enrique lo privó de salir de titular en el Bernabéu. Ahora su despliegue físico es fundamental en el centro del campo azulgrana. Le tocará vigilar las contras de los de Ancelotti y currar por todo lo que no curren Neymar o Messi.
Una final en cuartos. El sorteo de Champions ha deparado un nuevo derbi madrileño que supone una final para los dos equipos. El Madrid ha hincado la rodilla seis veces esta temporada, algo inaudito en la historia de la rivalidad vecinal. Competición tras competición los blancos llegaban al duelo impotentes, sin cambiar nada y sin ser capaces de meterle mano al rocoso plan de Simeone. Los rojiblancos se sabían su guion y creían ciegamente en él, los blancos parecían salir a ver qué pasaba y siempre se esperó alguna reacción de Ancelotti que no llegó. Para el Madrid es una final porque caer ocho veces en un año con el vecino sentenciaría impotente al entrenador. El Atleti está ante su oportunidad de hacer histórica esta temporada o de que pase inadvertida.
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