Usted, economista, ha participado en la confección del plan como miembro actual de la Junta Gestora. ¿Qué se encontraron en junio al llegar?
—Osasuna debía dinero a 32 profesionales del fútbol, entre entrenadores y jugadores, por valor de 9,3 millones de euros. Y si no se pagaba antes de empezar la competición se producía el descenso automático. Y no había dinero en caja.
—¿Cómo lo solucionaron?
—Se llegó a un acuerdo con los jugadores y el dinero vino de la ayuda al descenso. Pagar todas esas deudas de golpe nos dejó en una situación de tesorería crítica. Ahora no hay dinero para hacer frente al resto de las deudas.
—¿Ayudas al descenso?
—Osasuna tenía una parte de la LFP y otra parte del G-35. Esta última es una especie de préstamo que Osasuna tiene mientras esté en Segunda, hay que devolverlo. La LFP nos dio cinco millones y el G-35, tres. No cubrían los 9,3 que se debían sólo a los futbolistas.
—¿Cómo se ha llegado a esta situación?
—Había habido una correcta gestión de Osasuna que se ha dilapidado. Ahora enjugamos deudas con patrimonio.
—¿No se auditaban las cuentas?
—Sí, sí, estaban auditadas. El problemas es que año tras año se iba generando un pequeño déficit de tesorería que se iba solucionando con los ingresos del año siguiente y malvendiendo jugadores. La pelota se ha hecho más grande, y el hecho de vivir muy por encima de tus posibilidades nos ha llevado a esta situación.
—¿No obliga la Ley del Deporte a que la Junta Directiva responda de las deudas?
—Por supuesto. Pero a nivel de contabilidad puedes hacer... Las cuentas están auditadas, presentadas a la LFP y aprobadas por los compromisarios. Pero eso no ha impedido que esta situación se haya producido. Hace unos años un grupo de compromisarios venían denunciando esto Asamblea tras Asamblea, y sin embargo se fueron aprobando unas cuentas que no respondían a la realidad de Osasuna.
—¿Hay que salvar a Osasuna a cualquier precio?
—Esta es la última oportunidad que vamos a tener. Osasuna tiene un problema, pero el Gobierno Foral tiene otro. Somos una empresa viva que genera riqueza para Navarra, en impuestos directos e indirectos. Y corremos el riesgo de desaparecer. La idea es que Osasuna pague el cien por cien de sus deudas con Hacienda. Y eso teniendo en cuenta que la Hacienda Foral no ha hecho durante este tiempo sus deberes para que así fuera. Nosotros planteamos al principio la recompra del patrimonio por parte de Osasuna a los 30 años, y no ha sido aceptado por el gobierno de Navarra.
—¿Por qué?
—Cuestiones jurídicas. Pero el objetivo de Osasuna debería de ser la recompra.
—¿Y si Osasuna baja?
—Por eso se dilata el pago del resto de la deuda 30 años. En Segunda B no habría que pagar casi nada. La deuda seguiría estancada pero viva. Luego dependería de la cantidad de masa social que tuviera Osasuna. Rozando los 13.000 socios que tenemos ahora sí que habría dinero para seguir pagando las deudas que hay ahora con entidades financieras.
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