Mayo de 1996 en París. Se juega Roland Garros y un periodista francés, al enterarse que yo era chileno, se acerca a preguntarme: "¿Marcelo Ríos e Iván Zamorano provienen de una misma tribu?".
Quedé marcando ocupado. El tipo, al ver mi cara de asombro, intentó explicarse: "Disculpa si soy impertinente, pero en Francia tenemos un respeto tremendo por las razas guerreras, nos las enseñan en el colegio y los mapuches de tu tierra, que jamás fueron dominados por los conquistadores españoles, son unas de ellas. Y no me cabe duda que Zamorano y Ríos son descendientes de esa gran raza. A propósito, ¿todos los guerreros mapuches usan el pelo largo al igual que Iván y Marcelo?".
Siempre que fui a un torneo hubo periodistas que se acercaban a preguntarme por el tipo más talentoso que habían visto desde John McEnroe. Todas esas historias que cuentan que Roger Federer y Thomas Enqvist habrían dicho que por el único tenista que pagarían una entrada para ver era Ríos, son ciertas.
Su carácter irreverente, su look con ese moño que en Estados Unidos llamaban "pony tail", además de su corta carrera, lo convirtieron en leyenda. Alguna vez, el célebre comentarista Bud Collins me dijo que uno de los grandes errores de su carrera era no haber alabado como correspondía a Ríos. ¿Por qué? Porque le caía mal.
Y a Ríos le gustaba caer mal. En París dijo que le encantaba la ciudad, pero que su único problema era estar lleno de franceses. Otra vez dijo, durante el Abierto de Australia, que las tenistas de la WTA no podían ganar lo mismo que los hombres porque eran "gordas y culonas". A la semana siguiente, en Viña del Mar, le pregunté por esa frase y con la cara llena de risa me dijo: "Dejé la cagada. ¿Viste?". En lo farandulero también le gustaba buscarle el cuesco a la breva. En un Viva el Lunes se salió de libreto y le preguntó a Kike Morandé y Cecilia Bolocco si seguían siendo pareja. Y la leyenda cuenta que cuando se asomó al balcón de la Moneda, con el Presidente Eduardo Frei, le habría preguntado: "¿Usted reunió alguna vez tanta gente?".
Tras coronarse como No. 1 del mundo, a Ríos le tocó ir a jugar Copa Davis a Buenos Aires. Los periodistas argentinos le consultaban a cada rato por Guillermo Vilas y el Chino, fiel a su estilo, les respondió a la enésima pregunta que "revisé la lista de los No. 1 del mundo de la historia y no aparece ningún tipo con ese nombre".
Años más tarde, por semifinales de Miami, enfrentaba a Andre Agassi y se tuerce el pie. Termina jugando parado y se retira cuando quedan sets iguales. En la conferencia de prensa, el Kid de Las Vegas dice que lo de Ríos es excusa. El Chino responde a los medios norteamericanos, allí mismo en Estados Unidos que, estando bueno y sano, Agassi jamás le va a ganar.
Alguna vez Murphy Jensen, díscolo presentador de Tennis Channel y sicodélico ex tenista, me regaló un título genial para una entrevista que copié para esta columna: "Marcelo Ríos es el Guns N' Roses del tenis".
Tan bueno era el Chino que un colega que sabe harto y viajaba mucho para transmitir sus partidos por radio, se refería a él como "nuestro premio nobel de la raqueta".
Marcelo Ríos fue el primer tenista sudamericano e hispanoparlante de la historia en llegar a la cima del Ranking ATP. Destronó a Pete Sampras que estuvo cuatro largas temporadas inamovible en el peak. Y, más encima, lo hizo ganando el doblete de Big Nine (actuales ATP Masters 1000) de Indian Wells y Miami. Y el día de la coronación fue con triufo sobre... Andre Agassi.
Disculpe la autorreferencia, pero me tocó ser uno de los reporteros que cubrió toda su carrera, de principio a fin, desde la final de la Copa Milo ante Nicolás Lapentti en el estadio San Jorge del Banco del Estado, hasta los partidos de despedida con Mardy Fish, en Coquimbo, y con Goran Ivanisevic, en la Medialuna de Rancagua.
Por si no lo vio jugar, aunque seguro que oyó hablar de él, sumamos un par de selecciones de videos de sus grandes jugadas. ¿Y por qué hablar tanto de Marcelo Ríos? Hoy cumple 39 años. Felicidades, crack.
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