Trece años después de que el Leverkusen de Ballack se plantara en la final de Glasgow, donde una zurda extraterrestre de Zidane impidió que el sueño de la orejona se hiciera realidad, el equipo de las aspirinas quiere volver a pasar los octavos de la Champions. Antes de la ida frente al Atlético, nadie hubiera apostado ni un solo duro por los de Roger Schmidt, pero dos semanas después la cosa pinta diferente. No sólo por el tanto de Çalhanoglu que les dio la victoria en el BayArena, ni por la racha de cinco victorias consecutivas sin encajar un gol, sino más bien porque el Leverkusen en la ida le ganó la guerra psicológica a los del Cholo. Schmidt sabe que es la única manera de plantarle cara a los colchoneros, un equipo que se define a través de la agresividad y el espíritu guerrero, y para ello no dudó en encararse con el Mono Burgos y el Cholo, los dos pitbulls del Atleti.
El mensaje de Schmidt alcanzó a los suyos, que hoy por hoy sí creen en el sueño de pasar a cuartos. Pero ojo: 90 minutos en el Bernabéu son largos, pero en el Calderón pueden ser infinitos. Michael Schade, mandamás del conjunto germano, sabe lo que les espera: “Arañarán, morderán, darán patadas y nos provocarán, pero todo eso ya lo conocemos”. Es cierto que el Atleti es mejor a nivel futbolístico. También presume de más experiencia en Europa, pero los de Schmidt parten con una ventaja: la ida supuso una gran inyección de confianza. Quizás sirva para eliminar al finalista del año pasado.
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