Como exjugador de Espanyol y Atlético, ¿ve probable algún resultado hoy que no sea el triunfo rojiblanco?
—¿Por qué no? El Atlético es muy difícil de ganar, pero ahora mismo hay opciones. El Espanyol es uno de los equipos de esta Liga más serios y fiables en casa, ha hecho de local más partidos buenos que malos... Así que éste puede ser uno de los muy buenos.
—Eliminados de la Copa y tras caer en Anoeta, ¿es normal la depresión del Espanyol?
—El españolismo vive dentro de unos dientes de sierra, pasa muy rápidamente de la euforia a la tristeza. Demasiado. Si nos llegan a decir a principio de temporada que íbamos a quedarnos a las puertas de una final de Copa y con 32 puntos en la Liga, nadie se lo cree. Así que lo que ha sucedido no es un fracaso, sino una decepción. Tranquilidad.
—El Atlético, en cambio, más que tranquilidad, lleva dos años de frenesí positivo...
—Y de estabilidad. Simeone ha construido todos sus éxitos deportivos sobre la paz social. En cuando la tuvo, llegaron los extraordinarios resultados que se están dando. El presidente y la junta directiva le han dejado trabajar y encima él tiene el respaldo de la afición, es muy querido. Y muy bueno, vaya.
—En su época de rojiblanco había menos estabilidad. ¿Se arrepintió de irse al Atlético?
—No, aquello fue una decisión consensuada con Lara Bosch (era máximo accionista del Espanyol, lo que reportó casi nueve millones de euros al club). Lo que me pasó con el Atlético fue problema de confianza: un 40 por ciento del éxito en el fútbol es eso. Mi primer año con Antic fue bueno, pero luego llegó Ranieri, no contó conmigo, y no di el nivel que debía.
—Pero, tras su paso por el Atlético, acabó diciendo que estaba “asqueado” del fútbol, que era un “juguete roto”.
—Sí, pero nunca voy a culpar al Atlético de lo que me pueda pasar a mí. Es cierto que me faltó el apoyo de más gente, pero la responsabilidad de lo que sucedió fue estrictamente mía.
—Hablaba de Simeone. ¿Ve a Sergio González como técnico perico para muchos años?
—Es un deseo, que se consolide y que esté 20 años... Pero en fútbol ya sabemos lo difícil que es asegurar que un entrenador estará más de dos años en un club. Ojalá.
—¿Cómo vive su trabajo en la cantera perica? ¿Está satisfecho?
—Sí, han sido dos años creando una línea de trabajo y una identidad propia. Somos un club formador y vendedor, y si cada año hay siete canteranos capacitados para saltar al primer equipo, misión cumplida.
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