Como ha hecho en varios partidos importantes, Simeone se sacó un as de la manga poniendo por sorpresa a Cani de titular. Le salió regular esta vez. Porque la idea era tener el balón con tres jugadores de buen pie como Koke, Arda y Cani y el Atlético apenas tuvo la pelota en un primer tiempo que lo que mejor hizo fue evitar las temibles contras del Bayer Leverkusen y el gol de Mario Suárez, que siempre responde cuando el Atlético le necesita como lo hizo en todas las finales que jugó con el Cholo (en la de Lisboa le dejó en el banquillo, por cierto). El Atleti se juntó bien con un apañadito 4-4-2 y, en el primer disparo, consiguió el 1-0 de Mario para empatar la eliminatoria. Cani lo intentó, pero en el descanso Simeone sacó a Raúl García.
El Atleti buscaba el segundo gol que le diera el pase pero sin volverse loco. Mandzukic jugó mermado y cuando parecía que el Cholo iba a sacar a Gabi por él (en un cambio incomprensible teniendo a Torres en el banco), el croata le dijo que aguantaba y Simeone le mantuvo en el césped, se supone que para desgastar a los defensas alemanes. El partido se iba a la prórroga irremediablemente por más que Torres lo intentó con su potencia y con la ilusión de un atlético que al fin disfruta de los éxitos de su equipo en el césped. Y llegaron los penaltis y apareció Oblak, héroe por accidente por la lesión de Moyá. Y de la mano de los 50.000 del Calderón, de Oblak, Torres, del Cholo y compañía el Atleti camina rumbo a Berlín, hacia la Copa de Europa que le debe la historia.
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